¡Regalos!


Últimamente he recibido muchos regalos. Y ¿a quién no le hace ilusión recibir regalos? Aún aunque sean regalos innecesarios, y la mayoría lo son, es muy grato recibir regalos. ¿Y qué me decís de la ilusión que hace regalar algo a alguien que sábes que le vas a alegrar? Aunque sea sólo por el hecho de que te acuerdas de esa persona. La verdad es que es una verdadera alegría regalar y recibir regalos, quizás porque sean pequeñas dosis de amor tangible. Ese amor que a veces necesitamos transmitir y comunicar como la vida que nos corre por dentro; y también ese amor que también nos viene bien recibir de vez en cuando, al igual que una caricia o un beso. Pues eso.

El caso es que regalos haberlos «haylos» y de muchos tipos. Les hay que se pueden comer, leer, ver, disfrutar, vestir y vivir. Les hay para cada persona y para cada situación. Les hay caros, baratos e incalculables. Les hay por compromiso y por necesidad. Les hay esperados e inesperados. Y al final, la experiencia me dice que los más bonitos son los que te hacen felices a más largo plazo.

Y hay pocas experiencias tan bonitas como la de recibir un regalo por sorpresa, sin esperarlo. Un regalo sin compromiso. ¿Qué hay más bonito que tener algo o vivir una experiencia que no esperabas antes?

Este fin de semana ha sido un verdadero regalo para mí. Todo un regalo de Dios. Para los que no crean en Dios, dirán que me lo he buscado yo, que yo me lo he planeado, que gracias a mis amigos me lo he pasado bien, que nadie discute que el paisaje verde de Cantabria y una bonita playa es eso, bonito, que a buen tiempo, buena cara… Y también tendrán razón, porque simplemente era eso.

Pero para mí es algo más. Es todo un regalazo. Sabía a dónde iba y sin embargo lo que he recibido no me lo esperaba. Todo ha calado más hondo en mí. Ha sido un soplo de aire con aroma a eucalipto y brisa todo ello aliñado con una buena dosis de hermandad y cariño.

Playita de Cantabria (12.07.08)

Ahora sólo me queda decir una cosa. Gracias.